La historia del desconocido “monumento a la coima”, único en el mundo y en plena 9 de Julio

El nuevo libro del periodista Luis Gasulla, El negocio Político de la Obra Pública, rescata la historia del único monumento a la coima que existe en el mundo, la estatua del viejo edificio de Obras Públicas, hoy sede del Ministerio de Salud, en plena avenida 9 de Julio. Aunque está a la vista de todos, muy pocos conocen su existencia.
Siguiendo el hilo conductor de las estatuas del MOP, Gasulla -que contó con la colaboración de esta cronista y del periodista Juan Parrilla, de Infobae-, hilvana la historia de los negociados de la obra pública en Argentina a partir de la detención de José López en el Convento de General Rodríguez.
Dos estatuas, heladas, de piedra, sorprenden ubicadas en los vórtices de un edificio de Buenos Aires, una con un cofre en las manos y la otra con una mano extendida hacia atrás, pegada al cuerpo, con la palma hacia afuera, mirando hacia abajo, distraída o avergonzada, con un dejo de culpa. Probablemente sean ellas las que marcaron el sino de corrupción de la época de su emplazamiento, y de los tiempos que vendrían, aun muchos años después.
Algunos llaman a estas estatuas "el único monumento al soborno que existe en el mundo". Y es que la imagen que transmiten es brutal.
Reconstruir su historia no fue nada fácil, porque no hay una versión oficial y muy pocos historiadores han posado su curiosidad sobre ellas. De acuerdo a la versión más firme, fueron encargadas al artista Troiano Troiani, pero como un signo de los tiempos que vendrían, no figuran en el proyecto original del edificio ni en los planos ni en ningún archivo.
Entre las muchas curiosidades de la Ciudad de Buenos Aires y los misterios de la historia argentina, las estatuas representan una denuncia sutil, una alegoría de lo que pasaba en los años 30 con la obra pública, y una profecía de lo que sería la vida del país hasta nuestros días.
La silueta del viejo edificio de Obras Públicas de la Nación o MOP se destaca, imponente, en la avenida 9 de Julio. Hoy funciona allí el Ministerio de Salud. Fue concebido por el arquitecto Alberto Belgrano Blanco, pero llevado a cabo por su colega José Hortal, director nacional de Arquitectura en 1933.
Conocido hoy como el Edificio de Evita, este monumento al soborno que hay en él, la estatua con la mano extendida, no tiene precedentes en el mundo; la imagen de piedra, al acecho, en una esquina del segundo piso del edificio, simboliza el pago de coimas, signo lamentable de la historia de la obra pública en la Argentina. Gasulla lo eligió para la contratapa del libro.
El MOP fue transferido al Ministerio de Salud por decreto el 9 de marzo de 2010, durante la presidencia de Cristina Kirchner. El 26 de julio de 2011, la misma mandataria inauguró con un discurso el Mural de Evita, para el que había restaurado su fachada.
Ícono de Buenos Aires, primer rascacielos de la ciudad, con 93 metros de altura y 22 pisos, el Ministerio de Obras Públicas fue el lugar elegido para realizar la primera transmisión televisiva. Además, allí Eva Perón dio su inmortal discurso del "renunciamiento".
No hay razones para que esa estatua art decó esté ahí, ni certificaciones. Los artistas suelen dejar mensajes en sus obras y esta no sería una excepción. El mensaje en el antiguo edificio de Obras Públicas es de una claridad tal, que descubrirlo, con tanta agua corrida bajo el puente, sobre todo en los últimos 12 años, espanta como una profecía.
Por aquellos años se trazaba la avenida 9 de Julio, y el edificio en 1933 dificultaba el trabajo. Idas y venidas, incluso pago de "incentivos", intentaban acelerar la obra. Tal vez sea ese el motivo que dio origen a la leyenda de ese único monumento al soborno que se conoce en el mundo.
Y es que, observar detenidamente esa mano extendida en actitud de secreto, esos ojos torvos, con esa picardía tan argentina, pero también con esa culpa tan nuestra, plasman la tragedia que vendría.

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